Archivo de marzo 2011

Carancho (2010)

«Carancho» (2010)

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dentro, fuera, bizarro, movimiento continuo

En los años 60, hubo un fenómeno en la literatura latino-americana que hoy está reducido a la palabra «boom». Un muy buen número de escritores por todo el continente empezaron a producir trabajo innovador, rompieron todas las formulas y presentaron nuevas posibilidades en literatura, desconocidas hasta entonces. Márquez, Rulfo, Llosa y, notablemente en Argentina, Córtazar y Borges, entre otros. Hoy esa tendencia aún produce sus consecuencias (Chico Buarque ha sido una revelación como escritor, aunque Brasil sea todo un mundo a parte). Pero creo que últimamente, los que quieren explorar nuevos territorios en la narrativa y historias están trabajando más en cine. Márquez y Borges son 2 bien conocidos (y muy buenos!) críticos de cine. En todo caso, el cine latinoamericano de hoy es un heredero de lo que la literatura latinoamericana produjo en los últimos 50 años. En el caso argentino, hubo un enorme retroceso al inicio de este siglo, la corrupción y incompetencia llevaron el país a la bancarrota, y la clase intelectual se rebeló contra eso, por es (como en Brasil!), el cine argentino surge normalmente densificado por las preocupaciones sociales de los argentinos.

Literatura y contexto social son, en resumen, las dos grandes molduras que encuadran a un filme como este.

Y que buen film. Lo primero que se hace aquí es el establecimiento de un mundo extraño, de gente que vive bajo diferentes rutinas, ejecutando diferentes trabajos, conquistando en mundo de una forma diferente, aunque en los mismos escenarios de la vida «real», con la cual por veces se cruzan. El hombre, alguien que persigue a la gente que fue atropellada por los coches para recibir el dinero del seguro, y muchas veces simulan el atropello. La mujer, que vive de noche, como médica de emergencias. Y la visión hacía el sub mundo corrupto, donde solo sospechamos que podrán estar personas honestas cerca. Por si mismo esto es bizarro, tenso y cinematográfico, y vale la pena visitar este mundo. Sobre eso hay una camada de sensibilidad poética que sale eventualmente del personaje masculino, por vía de la pasión por la mujer. En el centro tenemos una historia común sobre un hombre débil que encuentra la redención por el amor, pero situada en un mundo extraño, repulsivo, pero aún así fascinante. Esto podría ser un relato de Cortázar.

Y sobre todo esto, la rueda que hace este mundo girar, es la audacia y fuerza visual con que esto está hecho. Prácticamente todos los planos significativos son enormes y sin cortes. Por la forma como la cámara es manejada, entramos en la tradición grande y linda de Orson Welles (el de Touch of Evil) tal como interpretado por el increíble Alfonso Cuarón, especialmente su inolvidable Children of Men. Esta cámara es discreta pero consigue estar donde tiene que estar. Sabe todo lo que pasa, y juega con nosotros para enseñarnos el fuera de campo muchas veces, y con eso ponernos fuera de la acción, sin consciencia de lo que está pasando, tan inconscientes como cualquier otro personaje en el filme. Esto es realmente trabajo de topo, no me acuerdo de ver este tipo de gramática visual tan bien utilizada en filmes recientes. Bastante a parte de los obstáculos en la producción y concepción de estos planos continuos, y para allá de las muy buenas actuaciones, me maravilló el nivel de manipulación empleado, la forma como este director y cinematógrafo comprenden las sutilezas de los trucos que utilizan. Voy a querer ver más de ellos. Sea lo que sea.

De todas las secuencias, los últimos 8 o 9 minutos son los mejores. Mira el ultimo plano varias veces si puedes. ***spoiler*** la cámara empieza en un garaje, entra en un coche, asiste a un accidente con ese coche, asiste a un tiroteo de calle, entra en un nuevo coche, y termina con un nuevo accidente en ese coche. Todo sin cortes, vivo y salvaje como he visto pocas veces. Que viaje!

Mi opinión: 4/5

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Hahaha (2010)

«Hahaha» (2010)

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el alma de la tapa naranja que contaba historias sobre comida y mujeres

Rashômon tenia que ver con los múltiplos encuadres de una historia.

Chungking Express tenia que ver con la forma como dos historias diferentes, o vislumbres de historias, pueden compartir el mismo espacio físico y emocional.

Ambos son filmes importantes que han cambiado el cine y, necesariamente, la forma como soñamos y seguimos una historia.

En este filme tenemos algo a medio camino entre los otros dos, y que extende su condición híbrida como moldura de una historia hacía el territorio de los diálogos de Woody Allen, él mismo un maestro de encuadres narrativos, y que tiene su propio conjunto privado de cosas extrañas y obsesiones, superficialmente presentes en sus diálogos increíbles. Todo eso es traído hasta aquí por este escritor, que también es director.

El encuadre exterior pone a nosotros mirando un número de fotografias que documentan 2 amigos que se encuentran en una montaña, algo que nunca vemos realmente, y así enfatiza la naturaleza artificial del truco: estamos viendo a alguien contando la historia de 2 personas que se encuentran. En ese encuentro, cada uno por su vez cuenta trozos de historias que les han pasado en los meses anteriores. Uno de los personajes es un director de cine. En uno de los episodios, tenemos una performance encuadrada, y por algunos momentos no tenemos como saber que es una performance. Esto es una estructura muy compacta, escrita muy competente. Pero lo bueno es el interior de este mundo que encuadramos.

Todos los episodios tienen lugar en el mismo pueblo. Los lugares son muy importantes. Así, tenemos sitios que vemos repetidos varias veces, con diferentes trozos de la historia pasando allí: el restaurante frecuentado por los 3 hombres y 2 de las mujeres. El hotel, donde todo el sexo asumido o presumido acontece. El nuevo apartamento, sin muebles. El café con una vista sobre el puerto, y el propio puerto. Cada uno de esos espacios recibe una parte de la historia, diferentes momentos, diferentes personajes, diferentes trozos del puzzle. Hay un sentido de vidas entrelazadas, que apenas vemos, por pequeños trozos, contados desde 2 puntos de vista, de 2 personas que son protagonistas de sus propias historias. Comprendemos que ellos pasan cerca uno del otro, que sus historias son una sola pero que no llegan a tocarse.

La comida es un elemento importante. La comida es central en todas las idiosincracias culturales del mundo, y la Corea no es excepción, y la forma como las especificidades coreanas en la relación con la comida entran en el centro de este mosaico se hace de forma muy sensible. Cuenta las escenas que se desarrollan al redor de comida, literalmente.

El último elemento importante es la tapa naranja, que el director da a su madre, que luego la da al otro personaje masculino que le gusta, y que tiene una relación con una de las mujeres, que más tarde termina enrollada con el director. Esa mujer acaba por comprender la relación indirecta entre los 2 hombres cuando el director intenta llevarla al restaurante de su madre, donde ella había ya estado con el otro hombre. Es este tipo de relaciones circulares, vidas que se cruzan, que encontramos en este filme. La tapa tiene aquí la misma importancia que el peluche en Chungking Express.

Lo que me desconectó de este filme fue, extrañamente, lo que normalmente no falla en filmes coreanos: las cualidades más puras de los imágenes y de los varios aspectos de la mise-en-scène. Esto tiene el aspecto barato de una producción vídeo de bajo coste, hay varios aspectos de luz y forma que habrían ganado con la relación sensible que el escritor establece con los espacios. Chris Doyle comprende eso, pero no lo tenemos aquí. Y el encuadre de cada escena no tiene equivalencia remota con los múltiplos encuadres en la historia. Eso es realmente malo, este filme podría haber tenido un poder de que así solo sospechamos.

Mi opinión: 4/5

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Destaques

Una de las películas que mas espero; sobre un libro de Saramago, dirigido por Meirelles, con Julianne Moore. Mira Diário de Blindness, mantenido por Meirelles (en portugués)